MI ANGEL 10



“Cerrando Heridas”

Los días pasaban, no había manera en que anastasia pudiera evadir  a su hermano, tuvo que enfrentar sus miedos, su desesperación y empezar a pensar como lo hacía antes de recordar quien era. Ella volvió a la escuela después de una semana, su agobio fue confundido fácilmente con la escusa de enfermedad, su tez lucía pálida y en su cuerpo se notaba el cansancio. Alex no la dejaba sola ni por casualidad siempre viendo que no le faltara nada, definitivamente se estaba portando como el novio ideal que cualquier chica querria, pero ella se notaba lejana a él. Las clases pasaron lentas ese día, aburridoras como nunca y al sonido de la campana todos se levantaron automáticamente de sus puestos, como gritando libertad, Alex extrañado por la frialdad de de su novia solo tendía a ayudarla en lo que podía.

-          Alex hoy saldré, ¿te importa que me valla sola a buscar a migue?, tengo que llegar rápido – mirándolo fijamente a la cara siendo lo más tierna que pudo sin estallar para decir la verdad.
-          Si, ¿segura que te sientes bien para irte sola? – pregunta le muchacho preocupado,
-          Tranquilo estoy bien - sonriéndose – me voy vallan con cuidado – toma sus cosas y sale del salón de clases.

No solo Alex quedo extrañado en ese momento, todo aquel que vio la escena logro entender que ella solo quiera alejarse lo más rápido que podía. El chico solo vio a alejarse a la joven, preocupado y extrañado por su actitud.

¡No Puedes! 12 (Final)



Duodécimo Imperativo: Puedes





Podía sentir la caricia dolorosa de una garra sobre su brazo izquierdo junto a un aliento putrefacto cerca de su rostro. Asco y repugnancia sentía a tal punto creía vomitar al tener a ese ser desagradable sobre ella, además algunas lágrimas recorrían su rostro a pesar de que mantenía sus parpados apretados para no verlo, para que su imagen mental no se hiciese real y así bloquear todo lo que pudiese percibir con cualquiera de sus sentidos.



Ninguno de sus intentos de evadir la realidad le funcionó pues él no estaba dispuesto a ello, quería oírla y verla sufrir para alimentarse de ello como lo hacía antes. Por eso enterró sus garras de manera “delicada” en el antebrazo derecho de ella, lo cual la hizo abrir sus ojos y, gritar de dolor y horror de ver a su atacante, que no era otro que aquel rubio de dientes irregulares, Dellx.