Hells Gate 3

Hell's gate 3


Interno el físico a la oscuridad, aun consciente del peligro que representaba el mostrarse ante las criaturas. Los sonidos y borboteos de sangre aun hacían eco en su cabeza haciéndolo dudar de si esto era realidad o solo una horrible pesadilla. Considero golpearse a si mismo, pero si estaba en la realidad el sonido del golpe seco podría ser suficiente motivo para atraer a las bestias; no valía la pena el riesgo. Probablemente no era momento de despertar.

Jugaba con la perilla de la lámpara de gas, y al cabo de unos movimientos y gastar un cerillo logro encenderla. El gas probablemente era escaso, mas debía encontrar refugio. Algo resistente a los ataques ciegos de las bestias que acosaban el desolado lugar. No contaría con la fortuna de un refugio anti bombas ni nada similar, pero por lo menos con una casa y puertas para darle aquella falsa sensación de seguridad bastarían para desacelerar su taquicardico corazón.


Mientras avanzaba entre penumbras parecía sus oídos jugaban tretas con el. Mas bien el cerebro había alcanzado tal estado de shock, que su mente escuchaba pisadas ajenas a las propias. No eran como los arañazos bestiales de aquellas figuras de musculo molido, eran pisadas casi humanas. Un bípedo que le asechaba desde las sombras, lejos de donde su vista podía alcanzar. Cada que las pisadas alcanzaban un cierto decibel, el habito lo forzaba a mirar a sus espaldas.  Mas nada, ni un ser vivo de quien las pisadas pudiesen corresponder. El terror psicológico le remordía la poca sanidad que le quedaba en su mente.

Al paso de los minutos y las horas llego a lo que parecía una mansión abandonada. Tétrico lugar, clichado y de película – pero era la única opción en kilómetros de vacío. Si no aprovechaba la estructura como refugio no tendría manera de conseguir aquella paz mental que le era tan necesaria. Aun cuando sabía que las mansiones abandonadas en una noche desierta, como esta, no eran el mejor lugar para refugiarse de la muerte. Hollywood había hecho bien en ponerles como sitio de muerte y desolación.

Entre las pisadas, el rugir de las bestias regresando a por el y la pura esencia del pánico que se formaba en su sub consciente simplemente corrió al umbral del lugar y cerro con llave. No sabía a donde demonios había entrado, ni si saldría vivo de allí, pero por lo menos ahora cuatro paredes la hacían de refugio para su mente.

Se sentó, aun con escalofríos recorriéndole la espalda, mirando a la nada mientras con su mano lentamente cortaba el gas de la lámpara para salvaguardar el poco que le quedaba. La oscuridad completa lo abordo por unos momentos, solo los escasos segundos que sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz de la luna. El lugar se veía olvidado, mas no divago mucho en la decoración, primero puso su mente en orden. Tras el evento el manejaba directamente a su hogar al otro lado de la montaña, una mujer de cabellos negros había sido la responsable de su accidente. Y luego esas criaturas, los sonidos, el silencio. Por mas que lo repasaba en su mente nada tenía sentido. ¿Quién había sido esa mujer?, ¿Se encontraba bien? ¿O cómo carajo sobreviviría a la noche?

Si bien las criaturas del granero no entraban a él lugar, los sonidos vividos de sus quijadas aun hacían sonidos de apertura y cierre al otro lado de la frágil puerta. Por un momento considero volverse demente y usar  aquel micro cuchillo y desagarrar su arteria carótida. Así terminaría el sufrimiento.

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