¡No Puedes! Especial San Valentín


Imperativo Especial: Ámame


Estaba sentada en el patio de su casa, le gustaba mirar el cielo y ver las nubes con formas adorables como conejos, osos y vestidos, al menos en su imaginación las nubes tenían esa forma, era una tarde tranquila con un sol que se debatía por seguir en lo alto del cielo pero que sabía que debía irse pronto, pero ello no tenía que hacerlo porque estaba en un lugar seguro a menos que alguien la necesitase dentro, cosa que no parecía suceder, nadie necesitaría a una niña de cuatro años con una arrogancia diez veces mayor a su edad.

Terminó recostándose sobre el césped, hasta que una sombra la cubrió y ella no entendía quien era hasta que después de varios parpadeos vio la cara de su hermano mayor que le miraba frío y serio como su padre siempre le había enseñado a ser.  Lo extraño es que estaban demasiado cerca, cosa extraña porque frente a todos siempre habían mantenido distancia, más él de ella porque ella es aun pequeña para entender y hacer las costumbres de la casa Thantgate, a diferencia de su hermano que ya con 8 años había sido adoctrinado para ser todo un hijo orgulloso de su apellido.

-Deberías estar adentro con madre.- Fueron sus frías palabras para su hermana a la que normalmente no le hablaba.

-No quiero estar con madre, las nubes me gustan, quítate.- Le ordenó a su hermano sin importarle la diferencia de edad y autoridad.

Él se quitó sólo para recostarse a su lado, lo bueno es que sus padres estaban al interior de la casa y no podían verlos, esa fue la razón de su hermano para acercársele y hablarle, aun eran pequeños pero al ser de aquella familia todos desarrollaban un razonamiento precoz por eso ambos eran como eran a la corta edad que tenían pero su hermano…

-Sabes… yo no quiero ser así, como padre y madre quieren… pero… si se los digo me castigaran.- Los ojos de su hermano se veían cansados. –No quiero que tu… pases por lo mismo, Kimer.-

La pequeña hermana niega con la cabeza y se gira para ver a su hermano que en lo que se parecían ambos era su cabello rojo el cual ella ahora admiraba y le gustaba ese rasgo familiar.

-Madre no me manda, padre tampoco.- Era sólo una niña pero tenía claro que sólo se haría caso a si misma y pocas veces a alguien mayor o de más experiencia.

Los cabellos de Kimerlain son acariciados por la mano de Fremont, su hermano, un gesto extraño de su parte pero que le gustó, se sentía bien mientras él lo hacía y no le quitaría la mano como a los otros adultos que trataban de tocarla.

-Algún día como esas nubes que te gusta mirar en el cielo, seremos libres…- aquellas palabras para la chica fueron extrañas e incomprendidas -podremos irnos de aquí.-

Aquella fue una promesa sellada con un tacto en su frente al que ella no estaba acostumbrada, con un beso, el cual se sentía cálido y extrañamente cómodo. Esta caricia fue nueva y una a la que fácilmente podría hacerse adicta con el tiempo porque en ese momento supo que nadie más aparte de su hermano la haría sentir así de cómoda con esas caricias. Esta era la primera conexión de cariño y la única con alguien de su familia, la cual con el paso de los años se hizo más fuerte,  tanto así que en algún momento no parecían simples hermanos siendo tan íntimos como eran, por sus conversaciones, por su forma de tratarse; eran profundos y parecían hacer desaparecer al mundo que los rodeaba cuando estaban solos los dos, porque sus padres no podrían saber que estaban juntos de esta forma porque estaban saltándose las reglas de la familia Thantgate. Esa adrenalina de estar haciendo algo incorrecto, no acatar las reglas y que nadie lo supiese les gustaba, los acercaba más… cada vez más.

1 comentarios:

anama dijo...

Linda, intensa e inesperada relación de hermanos, al conocer el pasado, ansió también conocer lo que traerá el futuro en esta historia. ^_^

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