Polos y Ceros

No tengo ni idea de que decirles, supongo que comenzando, no tengo intencion alguna de darle formato ortografico o gramatico a esta parte. Demasiada flojera. Para los que se interesen, la fuente de mi flojera son proyectos y examenes finales de este termino. De eso pueden entender de donde vino parte de la inspiracion para este escrito.En cuanto a los asuntos que les comente hace fechas pasadas, pues aun siguen borboteando en mi subconsciente, asi que no se han resuelto aun. Y pues es todo en cuanto al escrito. De ahí en mas, solo que la foto que subiran de mi en esta cosa, soy realmente yo, pero tuve la precaucion de esconder mi cara, jojojo. Ya... lean!


Polos y Ceros

Matemática, tedioso arte milenario que se nos empuja por la garganta hasta que solo somos capaces de entender nuestros alrededores bajo principios numéricos. La hora, el tiempo, las cantidades, “mas es mejor”, “hay que revisar como esta el sueldo”, “hay que pagar los intereses”, “necesito esta cantidad para pagar aquello”, “tendré que trabajar tal cantidad de horas para tener esa cantidad de dinero”. Pensamientos que regurgitamos con más y más frecuencia mientras el soplar del tiempo deja surcos y marcas en nuestra piel. Realmente la vida se nos vuelve una ecuación para la cual tenemos que calcular nuestra posibilidad de supervivencia. De ser incapaces de dar respuesta a esta ecuación, se nos considera soñadores, fracasados – parias de la sociedad como la conocemos. Desde niños se nos preguntan las grandes preguntas, que no tomamos en serio si no hasta que nos llega la hora. 

Una vez colocamos todas las variables que tenemos y las ponemos en nuestra ecuación debemos trazar la línea, la gráfica si gustan, por las cual nos transcurrirá el destino. Aclarando para los teístas, no considero el destino como los eventos irrevocables que marcaran nuestra vida, trazados por algún ser fantástico de inimaginable figura y poder. Para mi el destino es la capacidad del ser humano de tomar las decisiones que afectaran sus años venideros. Simples “si” o “no”, que generan un efecto mariposa por sobre nuestra existencia como seres cognitivos sobre la tierra. Pero divago – mi punto al trazar nuestro destino en aquella gráfica de 4 dimensiones, 3 planos que hemos estudiado hasta el cansancio y un cuarto del cual están hechos los sueños, es que en toda gráfica hay polos y ceros. Una atracción vertiginosa, como montaña rusa, o carrusel girador, que nos lleva a puntos altos de éxtasis y hasta las más bajas depresiones donde solo queremos vomitar nuestros adentros y pedir que la maldita máquina se detenga. 

El polo, cuando todo se vuelve infinito, instantes de tiempo donde uno desea que las manecillas dejen de recorrer su cíclico y circular caminar. Que el mismo aire que nos ha trazado como los seres humanos que somos deje de soplar, y deje que ese beso, esa caricia, ese visaje, ese momento dure para siempre. Para los suertudos estos momentos en su grafica ocurrirán varias veces y cada vez en lados más positivos. Pero como todo en la vida para que haya algo bueno lo malo debe suceder, para darnos cuenta de nuestro polo debemos sufrir por los ceros.  Esos ceros cuando todo en la vida se descarrila y cae en picada hacía el precipicio de nuestra desesperación. A nuestro parecer se nos vuelve imposible, el si quiera extender la mano para arrastrar nuestro ser por los enlodados caminos que nos hacen caer. Gritos ahogados por una almohada, lágrimas retraídas por miedo al prejuicio,  paredes tan altas que parece que somos unos insectos soñando descubrir que hay del otro lado del maizal. He aquí donde se introduce la otra cara de la moneda, donde nuestros polos son breves y jamás sobrepasan la barrera del cero – solo nos ilusionan unos momentos suficientes como para espantar el pensamiento del suicidio de nuestras mentes, y luego nos sumen a otra caída hacia el cero mínimo. Casi como si gozaran el hecho de ofrecer a moribundo un pedazo de pan, para solo arrojarle hueso.

En esta vida hay innumerables variables: ‘x’, ‘y’ y ‘z’, “y si hubiera”, “y si pudiera”, “y si tuviera”. Exponentes: “nací en familia rica”, “nací en familia pobre”, “nací con padres que me aman”, “nací con padres que me odian”, “nací con padres quienes no me entienden”. Inclusive lo imaginario con lo que tejemos  nuestros sueños más allá del trazo real que nos presta el mundo para jugar: i, un tercio, raíz cuadrada de dos, sueños, ilusiones, y romances que jamás olvidaremos mientras no los entendamos. Signos y demás son añadidos, son los “si” y “no” con los que trazamos nuestra existencia. Dándonos cuenta de que si decimos “si” – sumamos  esa persona o a ese evento a nuestra vida, y si decimos que “no” – restamos esas posibilidades nuestra ecuación.

Por mas contrariado que suene, no les digo esto con intenciones de deprimirlos, aun cuando el pensamiento si nace de la mía propia. Más debo decir que para escribir esto tuve que meditarlo y tragar el número de menos y mas que han marcado mi existencia. Claros recuerdos de mi primer amor infantil, como niño, la hija de mi nana quien ahora ya esta casada y luce igual de radiante. Aquí aparecen esas mentadas variables que nos hacen pensar, “y si hubiera nacido antes”, “y si fuera mas maduro”, “y si…”. Pero mientras mas imaginamos estas variables, menos nos damos cuenta que no damos oportunidad a ajenos de sumarse a nuestra ecuación y por lo mismo no formar parte de nuestra vida. Amores y desamores que pudieran haber ocurrido si no nos aferráramos neciamente a lo imaginario y variable. 

Creo el ejemplo basta y da a entender lo que quiero decir con el punto del relato matemático que presento ante ustedes camaradas científicos. Vividores de este paradigma terrenal, quienes en sus muchos años han aprendido a estudiar lo que nos rodea y darse cuenta de lo mucho que debemos apreciar. La vida, nos da variables, exponentes, imaginarios, números y demás. Pero hay algo que jamás nos podrá quitar, esa constante al final de este polinomio interminable que es la vida. La constante de nuestro ser y los medios por los que meritamos sumar el resto de los términos en nuestra ecuación. Nuestra voluntad y nuestro derecho a decidir. Esa es la única constante que la humanidad tiene como un individuo, si fuese de alguna manera mas religioso diría que ahí, en esa constante, es donde vive dios. Donde se nos alimenta el espíritu de vida para iniciar nuestros proyectos personales. 

Una vida que vivimos pasando de polos a ceros, tomando en cuenta y sumando las variables que nos hacen lo que somos. Una ecuación humana, tan maravillosa como la razón misma de la vida.

1 comentarios:

anama dijo...

Es genial observar la infinidad de pensamientos, ejemplos y esperanzas que desbordan de este escrito. También es refrescante ver tal prolijidad y manejo de palabras y números, el vaivén siempre presente de la depresión a la luz de esperanza y a la solución evidente, que es tan difícil decidir de tomar.
Me deleito y espero poder leer más de esta forma diferente de expresar.
Saludos ^_^

Publicar un comentario