¡No Puedes! 11



Undécimo Imperativo: Ve


El ruido de un vidrio quebrándose asustó a las dos chicas que aún estaban ordenando y limpiando aquella bodega que parecía infinita, pero Eberhard Brandt no porque además de que él pudo ver el como se rompió el vidrio del aparador de su tienda mientas estaba sentado detrás de su escritorio, también sabía el porqué de todo esto y de donde había venido aquel proyectil. Esta situación complicaba las cosas para todos en un ámbito que Kimerlain ni imaginaba.

Las chicas aun con cara de susto habían llegado a la “escena del crimen”, donde Antje más que mirar el desastre miraba a su padre e iba entendiendo la situación en esa forma única que ella entendía a los otros, ella ya sabía que no era nada bueno y su amiga anonada por el desastre que estaba frente a sus ojos, entre vidrios de la vitrina, de algunos floreros y cajas del mismo material, también porcelana y otros objetos de madera  estaban regados en el suelo. Esto la ponía en alerta además de que no entendía que pasaba entre padre e hija, algo que ellos sabían y ella no, lo cuál lo hacía aun peor desde que Erf la había dejado para terminar su trabajo al cuidado de los Brandt.


-Kimerlain…- habló con voz suave y tranquilizadora porque no quería espantar a a la otra pero… ella sabía que nada bueno venía si su amiga le estaba hablando así -…vas a tener que volver a casa.-

A pesar de que se preparaba para lo peor aquellas pocas palabras la hicieron palidecer por completo, además de que su hermano estaba quien sabe donde y además de que estaría en desacuerdo porque él no debe pisar la casa Thantgate, estaría sola. Poco a poco un miedo se apoderaba de ella y no sabía si provenía porque los Brandt ya no podrían protegerla, porque estaría sola e indefensa en su casa o porque podrían hacerle algo a sus padres y hermanita. Su mente se revolvía toda haciendo que su cuerpo se tambalease junto a un leve sonido de cascabeles que adornaban su vestido.

-Bien.- Articuló al fin y sin mirar atrás subió las escaleras hasta el cuarto que había ocupado por sus cosas, pues en el mensaje Antje había dicho que debía ser ya porque el ataque tenía connotaciones graves  y ella lo había captado muy bien.

Lo bueno de estar con los Brandt era que tenían mucha ropa a su gusto, su hermano precavidamente había estado llevando ropa en caso de una emergencia así, por lo que no había nada de ropa realmente de ella que necesitase llevarse. Sólo tenía que llevarse sus cosas personales que cabían en un bolso pequeño que cargaba sin problemas mientras bajaba los escalones e hizo un gesto de adiós con la mano a quienes le habían cobijado ya casi dos meses, de esa forma no mostraba la gratitud que les tenía y el miedo a la soledad y a todo lo demás, esa era la forma de demostrar que aun seguía siendo orgullosa.

Al salir se sintió muy extraña por lo amplio que era el mundo del que había estado separada, encerrada entre cuatro paredes, para que estuviese segura. También había algo distinto en el aire, quizás sólo era porque se había acostumbrado al polvo de la bodega, por ello inspiró una vez con fuerza y exhaló despacio y se alejó de la tienda tintineando los cascabeles con cada paso que daba por el movimiento que hacía su cuerpo al avanzar, además de que no parecían muy seguros a pesar de que ella trataba de mantenerse y mostrarse calmada.

-“Interesante protección”-

Toda su piel se erizó al escuchar aquella voz que reconocía perfectamente. Se detuvo y su cabeza miró en todas direcciones buscándole pero no lo hallaba por ningún lado, aquello la dejaba con una sola opción: “caminar como si tuviese mucha prisa por llegar a su destino”, un punto al que sentía que no llegaría.

-“Pero eres mía… nadie te puede alejar.”-

Un chillido salió de su garganta sin poder tener control sobre él, un sonrojo de mucha vergüenza apareció en su rostro el cual la hizo salir corriendo, pero como ella no acostumbraba a hacerlo, lo hacía de manera extraña al no estar acostumbrada a ello y al no ser propio de ella, una orgullosa Thantgate, huir de las cosas. Pero el escuchar a Dellx dentro de su mente la estaba llevando al límite de lo que podía soportar, algunas lagrimas recorrieron su rostro mientras se obligaba a avanzar más rápido de lo que ella podía, debía de llegar a su casa o el juego se terminaba y no tenía permitido perder.

-“No puedes escapar de mi…”- La voz cada vez parecía más cercana a ella, todo su cuerpo temblaba mientras trataba de mantener el avance sin congelarse por el miedo. Los cascabeles volvían a hacer su característico ruido salvo por una cosa, uno golpeó el suelo. –“…porque ya caíste en mi trampa.”-

A cada paso que daba escuchaba un cascabel caer, eso la hacía caer en pánico, uno que hace mucho tiempo no sentía pero todo su ser lo conocía a pesar de que no imaginaba la magnitud de lo malo que podía ser para ella cuando llegase al final de todo esto. Quería gritar pero no podía porque su garganta estaba más que apretada y con suerte lograba respirar.

No podía sentirlo pero sabía que estaba muy cerca de ella por eso se mantenía corriendo lo mejor que podía hasta que resbaló y cayó al suelo del cual de manera inquieta trató de levantarse  pero su cuerpo no coordinó bien y eso la dejó en el suelo por un buen rato respirando agitadamente y observando que el lugar al que había llegado le era totalmente desconocido, se había perdido en su intento de huida y al observar su ropa se veía desgarrada y sólo le quedaba un cascabel en la manga izquierda, el brazo que desde siempre había protegido porque fue el ultimo gran dolor que ese monstruo le causo.

-Fremont… ¿por qué no estas junto a mi cuando más te necesito…?- Por fin pudo hablar y su voz no era más que un lamento en un débil susurro. Estaba en punto donde su destino ya no importaba pero aun así quería estar con la persona que más amaba y no podía dejar de pensar en él, sólo en él ya que era el único que podía salvarla.

Su mente divagaba en lo horrible que sería su vida ahora que Dellx la tomase y la alejase de todo lo que conocía, era algo que no quería pero ese era su cruel destino aquí en este momento donde ya podía sentir su presencia pero que aun no se acercaba del todo. El porqué de esto era muy simple, los cascabeles eran su protección así ella lo entendió y como aun quedaba uno no podía tomarla y ya, pero este uno repicaba tembloroso como ella y podía sentir que ya no faltaba mucho más para que la abandonase a su suerte.

Sus ojos se empañaron, lagrimas de odio, desagrado y miedo, al oler aquel característico olor que emanaba él, porque de cierta forma al recordar todo ya podía sentir las presencias de los demonios como tales, sus olores nauseabundos procedentes de su lugar de origen real. Afirmaba entre sus manos el cascabel que ya estaba próximo a caerse y que cada vez sentía que rompía la tela de la manga y se quedaba entre sus manos. El fin estaba marcado, ella había perdido y él estaba a un lado de ella sonriendo con su siempre horribles dientes que no formaban una sonrisa en verdad sino una mueca siniestra que simplemente la asustaba para darle a él lo que quería. Cerró sus ojos y sólo se resignó a su destino.

-“Ya te tengo…”-

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