¡No Puedes! 5



Quinto Imperativo: Tranquilízate


“Kimer:
Si abriste la carta es porque necesitas hablar conmigo y crees que esto es lo único que dejé para ti, lo único con lo que puedes sentirte cerca de mí. Pero no es así, al final de esta carta veras mi dirección de email, a pesar de que sé lo poco que te gustan las cosas tecnológicas… creo que es la forma que tendremos para comunicarnos sin que ellos lo sepan.
Supongo que estas pensando que no quieres ir a un centro de internet así que escondí una laptop en el único lugar donde no la encontrarías: en las cajas donde dejas la ropa “No Adorable”, justo donde está el pijama con lazos azules que me gustaba verte puesto.
En casa hay conexión a internet y sé bien que sabes usar una laptop por lo que no frunzas el ceño y úsala para momentos como este. Recuerda Kimer que el orgullo no lo es todo por eso nosotros fuimos distintos a como deberíamos ser según como ellos nos criaron.

frei.t.fremont@gmail.com

Atte, Fremont T.

P.D.: Si no sabes como expresarte, simplemente imagina que estoy ahí y que me lo dices en la cara, espero así no te sea tan difícil escribirlo.”



La laptop era totalmente de su gusto, de color rosado pálido y su nombre escrito en delicadas, finas y adorables letras blancas en la cubierta, no podía decir que su hermano no entendía para nada sus gustos, a pesar de que él le había dicho como podía lograr escribirle las cosas no encontraba la forma de decírselas, las palabras no le salían. Ya habían pasado tres días desde que leyó la carta, tres días de estar borrando todo lo que le escribía a su hermano, se sentía muy indecisa sobre como expresarse porque no encontraba la manera de que al leerlas se sintiese que es ella quien se las escribe.

Luego de otros días más finalmente le escribió sólo tres palabras: “Cumple tu promesa.” Aquello era muy de ella por lo que se sintió cómoda y lo envió. Ahora el problema, y lo que la ponía nerviosa, era saber si lo había recibido, no podía dormirse porque pensaba que otro estaba leyendo su correo para Fremont. Quizás estaba pensando demasiado las cosas, lo cual le molestaba porque no era algo “adorable”.

Algo logró dormir, pero se sentía cansada aun así, lo primero que hizo después de salir de la cama fue revisar su email y por fin sus dudas se disiparon porque la respuesta fue algo que quería leer de él. “En seis meses regresaré por ti.” Unas palabras igual de duras que las de ella pero que la tranquilizaban, sólo debería esperar algunos meses. Estaba muy contenta, tanto que tuvo que salir de su casa temprano para que no la viesen así en su familia, además de que si se quedaba en su habitación no saldría de ella en todo el día y le escribiría más de un email a su hermano, por lo que se impacientaría de nuevo por la respuesta.

Salir fuera de casa de seguro era peor idea que quedarse en casa, porque estar caminando y teniendo que guardarse lo que sentía, era bastante incomodo y lo será más cuando llegase a su trabajo porque ante Antje tampoco podría mostrar lo feliz que se sentía por aun estar en contacto con su hermano.

Estaba totalmente concentrada en no demostrar su alegría y sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que se le acercaban, le tomaron del brazo y la arrastraron a un horrible callejón, sin poder oponerse ya que el culpable era aquel chico rubio de ojos reptilianos y la sonrisa aterradoramente burlona, del cual ella se había olvidado casi por completo en este tiempo que estaba sintiéndose sola y un tanto sin rumbo porque ya no estaba con su hermano, pero este encuentro la trajo de regreso a la realidad de que tenía un acosador y lo más seguro es que la esté tratando de secuestrar.

-Yoh…- Le saludaba mirándola hacia abajo. -Me da asco verte tan tranquila e incluso feliz…- Era una voz como sino estuviese a acostumbrado a emitir sonidos con ella, por eso era como si arrastrara las palabras pero no dejaban de ser pronunciadas de manerafuerte. –Tu tiempo de paz ha terminado pequeña… Kimerlain…- Pronunció su nombre con tal desprecio que a ella le flaquearon las fuerzas y si no fuese porque la tenía sujeta del brazo se caía al suelo.

Sabía bien, sin saber como lo sabía, que con esta persona dijese lo que dijese las cosas acabarían mal, pero ella como mujer orgullosa no se quedaría callada, no en una situación como está que le molestaba la manera en como estaba siendo tratada por aquel tipo que no tenía tan mal gusto para vestirse porque hoy llevaba una polera que decía: “du bist mein!“, nada adorable, pero muy aterradora.

-Lo que esta haciendo es poco adorable, desde como me tiene sujetada hasta como ha pronunciado mi nombre. Suélteme.- Tenía miedo, se notaba en su voz, en la forma de mirarle a pesar de que sus ojos mostraban su soberbia y orgullo.

-¡Ah…! Como me encanta ese lado que se opone a mi con tanta fuerza y a la vez me tiene miedo, es tan reconfortante.- El tipo le apretaba el brazo con más fuerza, buscando que le doliese más, porque el cuerpo humano es frágil. -Vamos… ¡Grita! Hazlo y te dejaré ir… porque tú te quieres ir… ¿verdad?-

Sus palabras tenían algo que al ofrecerle dejarla si ella gritaba que no le daban seguridad, era una falsa promesa que sólo los desesperados creerían, pero ella no porque su orgullo le decía que por más asustada que estuviese no debía de hacer lo que él quería, pero a su vez otra parte de ella le gritaba que era mejor hacer lo que le exigía y luego ver la forma de escapar, sin mirar atrás ni a donde iba. Aquello no le gustaba pero no sabía si tenía más opciones.

-No eres nadie para darme órdenes, no haré lo que tú quieras, menos si lo exiges y no lo pides con humildad.- Su orgullo siempre terminaba ganando, no podía dejar de ser soberbia.

-Kimerlain…- acercaba a la chica hacia él y le susurraba su nombre en el oído -…me encanta esto de que te hagas la difícil… hace que sea más interesante…-

La cara de la chica se desfiguró y no pudo no gritar porque aquellas palabras la aterraron de sobre manera y su mente no lograba procesar lo que estaba pasando frente a ella, cosa que era simple de explicar aunque ella no lo entendiese ahora, estaba directamente relacionado con su pesadilla aquella que tenía cada cierto tiempo, la cual jamás recordaba pero siempre, siempre, siempre la despertaba agitada y asustada. Esas palabras fueron la que por un segundo pasaron una imagen de su pesadilla donde un horrible monstruo la estaba torturando y le decía casi las mismas palabras, por eso ahora gritaba.

Su cuerpo tambaleó y estaba vez todo su peso se fue al suelo, él le mantenía el brazo aferrado por lo que gritó más fuerte por el dolor que se mezclaba con el miedo. Ella a pesar de ser una chica de dieciocho años, no pudo tolerar lo que veía en su mente, a pesar de que debía ser una pesadilla nada real pero todo su ser le decía que aquello era tan real como que estaba con aquel tipo apretándole el brazo y sonriendo de una manera aterradora porque ella estaba así de descompuesta.

-Ahora eres el ser más bello del mundo, me encantaría que mostrases esa cara cada día…- El tipo rubio se relamía los labios mientras la obliga a levantarse del suelo tirándola del brazo. -Vamos… se “adorable” y levántate, no querrás ensuciar  tu ropa.-

La chica era casi peso muerto a pesar de que le dolía el brazo cuando la tiraba, no quería levantarse menos mirarle, no quería ver sus ojos, su rostro, nada; pero lo hizo alzó su vista que estaba siendo tapada por sus cabellos que se habían desordenado al caer. Sus ojos mostraban algo que desde la primera vez que lo vio debió haber, lo reconocía.

-Dellx…-

1 comentarios:

anama dijo...

Genial, que miedo *.*
Seguiré leyendo y comentando.
Me agrada mucho como escribes, pero siento a veces que me falta un poco de descripción, me cuesta imaginar.
Saludos. ^_^

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