Expresándonos



Bueno, buenas noches damas y los que sobramos. Disculpen el mal chiste, pero heme algo cansado tras una semana de labor intensa. Eso de trabajar a las 6 de la mañana es un acto que no es de Dios (metafóricamente, dado que realmente no mantengo afiliación con alguna de las deidades preferentes de las personas de habla hispana). Afortunadamente ya no se me requerirá a esas horas, si no a ya horas mas sanas y comunes para un estudiante universitario; digas después del medio día. De hecho ahora que rozó el tema del trabajo, mi queja semanal (expresándonos), de esta semana surgió en mi mente mientras laboraba hace algunos días. 

Para quienes les interese y para quienes no, la mayor parte de mi trabajo es ofrecer servicio al cliente a personas de origen estadounidense, así que si – sufro de mi voz y tengo paciencia celestial a con la gente; aun cuando no lo aparente. En fin desvarió, cosa a l cual deberían estar acostumbrados pero volviendo al punto. Mientras conversaba con uno de mis clientes, un señor de probablemente unos 70 u 80 y algo de años, caí en cuenta de una terrible realidad que todo ser humano sufre mientras envejece. Para ser especifico, este señor que probablemente había nacido en aquellas épocas de amor y paz setenteras, me comentaba el asco de producto que estaba vendiendo (el cable). Obviamente yo estaba más que de acuerdo con él, pero no podía decirlo. Fue esa situación la que hizo que me diera cuenta.


Verán, inherentemente de cualquier religión, política, u sociedad… corrijo probablemente algunas regiones del medio oriente probablemente disciernan. En fin, inherentemente casi en cualquier parte del mundo uno cree que el humano como don inherente tiene libre albedrio. Cosa que en el momento que yo estaba con este cliente no existía. Por más que yo quisiese decirle la porquería de servicio que estaba recibiendo, o por lo menos excesivamente caro, no podía hacer comentario al respecto. En el momento exacto que yo firme un contrato con mi compañía me deshice del derecho de públicamente decir a quien yo quiera el asco de servicio que se da. Pensé toda la mañana del día siguiente y probablemente unos dos días después, y me asquee ante la realidad. 

Por más que promulguemos que cualquier persona tiene libre albedrio, esta es solo una fachada que da la sociedad a quienes tienen la capacidad de expresar sus opiniones y ser escuchados. Yo en estos momentos podría descubrir una alternativa ecológica al combustible petroquímico, cosa que revolucionaria la tecnología automotriz como la conocemos. Pero al momento de que quisiera promulgar este conocimiento a cualquiera me seria imposible por que jeques quienes basan su fortuna en petróleo gastarían una mínima parte de esta en silenciarme.

Caer en la conclusión de que no tenemos libertad alguna mas la que podamos obtener bajo nuestra influencia y bolsillo, deprime si no lo niego, pero igual me hace reconocer que estudiar para ser algo mas allá del promedio medio escolarizado de la sociedad tiene mas que un significado. Probablemente uno de ellos es este, y con este mensaje quiero terminar esta queja semanal: “No solo hay que estudiar porque podemos o porque queramos un papel bonito con nuestro nombre, si no para que al momento que podamos cambiar al mundo tengamos la credenciales que nos apoyen al hacerlo.”

Ok… quiero gelatina… se va a comer gelatina.

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