MI ANGEL 5

 ¿Quieres…?

El beso duro algunos segundos, y no duró más, porque Samanta recordó quien era  y para que estaba ahí y no podía darse el lujo de fallar, sin embargo, ese beso la hizo sentir como nunca antes había sentido. Dicen que los ángeles a pesar de conocer el inmenso amor de Dios, no saben amar ya que el amor de Dios lo cubre todo, el cariño que puedan llegar a sentir por su protegido, es sólo eso, cariño, pero Samanta en ese momento olvido por completo que era un ángel y que ese chico era su protegido. Alex mirándola a los ojos, vio en ella felicidad y ella mirando en los de él visualizo lo mismo, una inmensa felicidad, esa felicidad que te marca para toda la vida y mientras eso ocurría el silencio reinaba, a decir verdad ninguno de sus hermanos hacían ruido, nada podía romper ese momento, ellos solo se  sumergían en la mirada del otro, en ese momento las palabras sobraban, con pequeños gestos ellos se entendían. En ese silencio los minutos empezaban a trascurrir, pero como todo buen momento tiene que terminar, y así fue  al llegar Ariel a la casa.

-          Samanta, Miguel, ya llegue.-  grita cerrando la puerta y haciéndola retumbar en el departamento.

-          Creo que llego tu mamá-  rompiendo el silencio en el que se habían sumergido mostrando una clara decepción por ello.


-          Creo que si, hay que terminar esto-  aun mirándolo a los ojos, pero al instante baja la mirada.            

-          Hola Alex , No sabía que vendrías hoy-  mirándolo con una sonrisa

-          Fue de último momento- menciona la chica mirando tranquilamente a Ariel.

-          ¿Comieron algo?- señala la madre.

-          No, no hemos comido Nada- interrumpe una pequeña vocesita

-          No se interrumpen las conversaciones Miguel- le reprocha de atrás

-          Les preparare algo - con una pequeña sonrisa en el rostro. 

-          Siiiiiiiii- con eufóricos gritan los cuatro chicos.

Al poco rato Ariel los llamó a comer, Ariel miraba a Samanta como si ella hubiese hecho algo malo, como si supiera lo que ella sentía en el fondo del alma, esa alma que solo los ángeles guardianes en la tierra podían tener,  al poco rato  llegan los padres de Alex, y estos se despidieron afectuosamente de ellos,  a los segundos después de esa despedida, Ariel cerro la puerta y apareció Daniel detrás de ella, ambos sabían lo que había pasado entre Alex y Samanta.

-          Samanta, sabemos lo que paso hoy entre tú y Alex.- Dice  un tanto molesto.

-          Samanta, sabes que lo tienes prohibido, sabes que no puede ser, es imposible, un ángel y un mortal- menciona ella un tanto irritada y ofuscada por la situación.

-          Yo se lo advertí, pero tal parece que no escucha- intentando defender su posición frente a un tema que el ya sabía  que existía.

-          Miguel no intentes defenderte, tu también hiciste mal al no decirnos lo que estaba pasando- insinúa muy enojado.

-          Pero ustedes… el Arcángel Gabriel  me dijo que debía enamorarlo y hacer que fuese mi pareja- para defenderse del ataque de ambos ángeles.

-          Si, eso cierto, pero tu no debías enamorarte de él, ya que sabes que al final del año nosotros desapareceremos de la faz de la tierra, y solo los veremos nosotros para cuidarlos, ellos no nos verán, pero al acabar la misión esto no les dolerá por que se han vuelto más fuertes, ellos saben que todo tenía su tiempo y que el tiempo terminó, ellos aprenderán y superan el hecho de que ya no estás, pero tú los verás, los sentirás, y eso te va a doler si te enamoras, por que no podrás tocarlo, no podrás deciles te amo, el hará su vida y tu lo verás y el dolor que sentirás será grande, entiende que esto es temporal  no durará para siempre, no quiero verte sufrir- un poco más tranquila y casi con lagrimas en los ojos- descansen mañana será otro día – ambos chicos se retiran ya cavis bajos por el regaño.

-          Eso te pasó a ti en tu primera misión, cuidar a un chico, te enamoraste en la misma etapa que estamos ahora, te fuiste, el te extrañó,   el creció y tu lo mirabas como hacía su vida, y cada vez que lo veías te dolía, por que no eras la mujer que estaba con él… (Ariel deja caer una lágrima), es mejor que tu también descanses – Le señala compresivamente aquel que siempre fue su compañero.

Mientras en el auto la madre de Alex veía a su hijo andar en la nubes, ella se había dado cuenta que su hijo no estaba en este planeta que su cuerpo estaba en el auto, pero su mente y su alma no estaban ahí. Al llegar a su casa ya era muy tarde así que Alex y su hermana fueron a dormir, para mañana levantarse temprano para ir a clases, Karina, la madre Alex lo mira con calma, como buscando algo en él, algo que quizás el había perdido o tal vez que estaba recuperando, pero estaba claro que ella no lo podía reconocer. A la mañana siguiente Alex amaneció con la sonrisa de oreja a oreja, y extrañamente vio a su madre darle una muy parecida a la de él, aquella que hace mucho tiempo no había aparecido, y que él casi no recordaba. Ese día en la escuela, él y Samanta pasaban todo lo que podían juntos y eso despertaba los celos de Sofía.

-          Deja de mirarlos así- le remarcaba pasivamente por cuarta vez en el día a Sofía.

-          ¿Mirarlos como?- Pregunta Sofía con una cara de celos demasiado evidente.

-          Con tanto odio, parce que los quieres matar, los celos que tienes son evidentes, yo creo que todo el curso se dio cuenta que estás celosa, pero el inocente de mi amigo – riéndose casi sin darle importancia.

Sofía sólo lo miraba y no entendía por que Tomas, no sentía celos, si bien sabía ella que le gustaba Samanta desde el primer día que la vio. Al terminar las clases Tomas se acercó a Alex y se despidió de él como el amigo que era, Sofía sólo lo miraba desde lejos hasta que el llegó a su lado y se fueron, mientras Alex y Samanta emprendían la misma caminata de todos los días hacia la escuela de sus hermanos, pero ese día Alex iba dispuesto a otra cosa.

-          Samanta, te puedo hacer una pregunta – con una voz casi imperceptible y muy  tímidamente.

-          Si, dime - mirándolo fijamente.

-          Samanta – se queda con algo el la lengua y cambia la pregunta- ¿Que hacen tus padres?- pregunto estúpidamente y a su vez con un poco de frustración.

-          Bueno… ¿mis padres?- bajando la mirada y mordiéndose el labio…- mis padres… bueno trabajan como… consultores externos de empresas- aun mirando al suelo y de a poco levantando la mirada- con dificultades económicas…

-          Aaaaaaaa, Samanta mírame- Dice Alex, y ella responde a esa petición mirándolo y ambos se detienen- ¿Quieres...? digo… tu… y yo. Podríamos, digo, tu, yo es que…- con el nerviosismo a flor de piel.

-          ¿No le has pedido a ninguna chica que sea tu novia verdad? – casi riéndose de los nerviosismos del hombre que amaba.

-          En verdad… no, pero ya que sabes la pregunta  ¿Quieres?- con un brillo en los ojos  que demostraba esperanzas para el.

-          Si, quiero – sonriendo de una manera que en ese momento pego con un recuerdo en la memoria de Alex una imagen, de una chica borrosa aun para él, pero la felicidad que sentía en ese momento hizo que ese atisbo de su pasado siguiese en el pasado.

Alex casi empieza a saltar de alegría, pero en vez de eso, le da un gran beso a Samanta, y ocurrió lo mismo que la primera vez, ambos cayeron en un vació y ya nada más importaba.                                

1 comentarios:

anama dijo...

Que mágico momento, la curiosidad del final es intrigante.
^_^

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